El primer año del gobierno de Mauricio Macri y su frente Cambiemos estuvo signado por las modificaciones que buscó imprimirles tanto a la economía como a la estructura del país en general. Con minoría parlamentaria y sin muchos gobernadores propios, el primer mandatario tuvo que negociar cada una de sus iniciativas, algo que frenó muchas de las modificaciones impulsadas.
El caso de la reforma electoral es un ejemplo inmejorable. Promesa de campaña de Macri, el gobierno demoró meses, buscando consenso con los gobernadores, antes de presentar oficialmente el proyecto.
Tras negociar con Sergio Massa y Diego Bossio, logró el aval de Diputados. Sin embargo, la interna del bloque peronista en el Senado, sumada a la negativa de un grupo de gobernadores, congeló el proyecto en la Cámara Alta. La economía estuvo signada en la reorientación geopolítica.
La “reinserción inteligente en el mundo” rompió la alianza regional y apostó por recuperar vínculos con actores tradicionales como Estados Unidos y Europa. Se quitaron las barreras económicas, tanto interiores como exteriores. Las retenciones a productos agrarios argentinos se terminaron, al mismo tiempo que se flexibilizaron los controles a las importaciones industriales exteriores.
El modelo económico, sin embargo, chocó con un mundo que eligió cerrarse. Brasil profundizó su recesión económica, al tiempo que Inglaterra votó por salir de la Unión Europea, y el éxito del discurso proteccionista de Donald Trump sorprendió al planeta entero.
Congreso abierto
Con un gobierno nacional con minoría parlamentaria, el Poder Legislativo recuperó su rol protagónico en la arena política. Hubo acuerdos de todos los sectores, victorias impensadas del oficialismo y también derrotas que dolieron. Así llegó el hasta ahora único veto presidencial: con la ley antidespidos. Ganancias y la Emergencia Social son batallas clave con finales distintos.
Gremios: diálogo y unidad
Con una CGT que se unificó recién a partir de agosto, y con una conducción tripartita, el gobierno tuvo en las dos CTA la mayor intransigencia de los trabajadores. Los recortes en puestos estatales, al igual que los reclamos docentes, marcaron la agenda de gran parte del año. Sin paros generales, la amenaza quedó latente para 2017.
Giro total en relación con la calle
El gobierno de Macri comenzó con el protocolo antipiquetes de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich. Con el tiempo, desistió de esa propuesta y avanzó con el diálogo. El Movimiento Evita se convirtió en aliado y acordaron en una mesa que siempre fue custodiada por la Iglesia los términos de la Emergencia Social.
El ex presidente critica a los suyos
Quizá por la necesidad de romper las críticas que recibió por designar a tantos CEOS privados en su gabinete, el Presidente intercaló a lo largo de todo el año pedidos y críticas a los empresarios. Arrancó con advertencias por la corrupción, y terminó con los reclamos directos por la falta de confianza para las inversiones.
Economía sin rumbo claro
La propuesta del oficialismo fue clara: se bajaron las retenciones al tiempo que se avalaron las importaciones masivas, obligando a competir o quebrar a las empresas locales. Ante la ausencia de las prometidas inversiones, el “segundo semestre” fue una apuesta total a la obra pública estatal, que no terminó de despegar.
Déficit, servicios públicos e inflación
La receta ortodoxa marca que se reduce el déficit mediante quita de subsidios. A eso apuntaron los ajustes en tarifas de servicios públicos como la luz, el gas y el transporte. La merma en la actividad y el mercado interno hizo de balance sobre la inflación generada por los incrementos de las tarifas.